viernes, 1 de abril de 2016

LUZ Y SAL





Mateo 5.13-16

13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.
14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Si las bienaventuranzas describen el carácter esencial de los discípulos de Jesús, las metáforas de la sal y la luz indican su influencia bienhechora en el mundo.
El mundo indudablemente perseguirá a la iglesia (10-12); pero el llamado de la iglesia es servir a este mundo que la persigue (13-16).
Para definir la naturaleza de la influencia que ellos tendrían, Jesús recurrió a dos metáforas tomadas de la vida hogareña. Todo hogar, aunque fuera pobre, usaba y todavía usa sal y luz.
La verdad básica que descansa detrás de estas metáforas y es común a ambas es que la iglesia y el mundo son comunidades diferentes.
Además, las metáforas nos dicen algo sobre ambas comunidades. El mundo evidentemente es un sitio oscuro, que tiene por sí mismo poca luz o ninguna, puesto que se necesita una fuente de luz externa para iluminarlo. El mundo también manifiesta una tendencia constante al deterioro. El concepto no es que el mundo sea desabrido (sin sabor) y los cristianos lo pueden hacer menos insípido, sino que está corrompiéndose. No puede por sí mismo interrumpir el proceso de descomposición. Sólo la sal que se introduce desde el exterior puede hacer esto. La iglesia,por otro lado, ha sido colocada en el mundo para desempeñar un doble rol: como sal detiene -o cuando menos obstaculiza- el proceso de corrupción social, y como luz disipa las tinieblas.
La efectividad de la sal, sin embargo, es condicional: tiene que retener su facultad de salar.  La sal puede contaminarse si se mezcla con impurezas, y entonces se vuelve inútil.
El Sermón se construye bajo el supuesto de que los cristianos son diferentes, y nos lanza un llamado a ser diferentes.
 Jesús nos dice: vosotros tenéis que ser lo que sois. Vosotros sois sal, y por eso tenéis que retener vuestra sazón y no perder vuestro sabor cristiano. Vosotros sois luz, y por eso tenéis que dejar que vuestra luz alumbre y no ocultarla de ningún modo, ya sea por el pecado o por componendas, por pereza o por temor.
ésta es la forma en que Dios será glorificado. Aquí, en los comienzos de su ministerio Jesús dice a sus discípulos que si dejan que su luz alumbre de modo que se vean sus buenas obras, su Padre que está en los cielos será glorificado.