martes, 2 de febrero de 2016

FUENTE DE BRONCE




FUENTE DE BRONCE


Este lavatorio se hallaba detrás del altar de las ofrendas, había de ser usado sólo por los sacerdotes, y esto tenía lugar al entrar en el Lugar Santo sin excepción. No se podía entrar ante la presencia de Dios con ninguna mancha. Tenían que lavarse antes de entrar y ofrecer su servicio. Tampoco podían ir al altar de bronce que había en el atrio, con sus ofrendas, sin haberse lavado en esta pila.
Estaba construido de espejos de bronce de las mujeres de Israel, 
Tenía dos codos de alto. Consistía en tres partes, realmente. Primero había el espejo mismo, pulimentado tan finamente que los sacerdotes podían verse la cara en su superficie externa, como un espejo, para mirar si llevaban alguna mancha, no para contemplarse. Luego había la fuente de agua para lavarse, y finalmente los receptáculos al pie, donde podían lavarse si habían visto alguna mancha.
Puesto que el espejo es un cuadro de la Palabra de Dios (Stg 1:23-25), el lavatorio de bronce ilustra el poder limpiador de la Palabra de Dios (Jn 15:3; Ef. 5:25-27; Sal. 119:9). La palabra de Cristo es la corriente purificadora del Espíritu. «Santifícalos por medio de la verdad; tu palabra es verdad.»
¿En qué consiste esta limpieza tipificada aquí? Primero, la regeneración, Esta viene después de haber confiado en Jesús, después de haber acudido al altar de la sangre y dejar allí nuestros pecados. Luego, el bendito Espíritu Santo pone en nosotros una nueva vida y un nuevo espíritu.  Pero hay una purificación más completa que ésta; la gracia santificadora de Jesucristo. Esto es la consagración entera y completa a Dios, por medio de la cual se pasa a ser suyo, y sólo suyo, y El toma posesión de nuestros deseos, nuestra voluntad y nuestros afectos.
Esto nos lleva a otro punto, a saber, a la aplicación continua de la purificación. El lavado no era único, sino que había que hacerse con frecuencia. Esto hace resaltar una verdad preciosa: que es la siguiente, el Señor Jesucristo, después de consagrarnos totalmente, y de llenarnos completamente, tiene todavía gracia para llenarlos cada día, y para vencer todos los males y pruebas de la vida. 

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